De Artis Et Vita
Llevo un tiempo pensando en el arte y en la ingeniería. Hablando con mi amiga Margaret, discutimos sobre la arquitectura y la ingeniería, ella me dijo que la ingeniería se estaba comiendo el trabajo de la arquitectura, yo le decía que la arquitectura era en parte, un arte, y la ingenieria por mucho que le pese a mucha gente va en conrta del arte. Quizá me equivoque, pero una de las misiones de la ingenieria es hacernos la vida más fácil mientras que el arte es inútil, no tiene una clara utilidad para nosotros que no sea catártica, no nos hace la vida directamente más fácil, a lo mejor indirectamente si, pero no hacemos arte para hacer más comoda la vida de los demás.
Me gustaría hablar de dos tipos de creaciones, la proactividad y la reactividad. Ser proactivo sería algo asi como alguien que domina su vida, ser innovador, original, creador, en deportes sería el que ataca y lo hace creando. Ser reactivo sería aquella persona que sigue la estela de otros, el que copia, el que sigue ya formulas ya creadas, el que no es dueño de su vida, el que defiende.
El arte emplea la proactividad, la defiende, mientras que la ingeniería defiende ye stmula la reactividad. La ingeniería se limita a estudiar la vida y a darnos fórmulas para resolver los problemas que se nos van presentando, nos hace la vida más cómoda. Y a eso es a lo que se tiende hoy en día, a hacer la vida más fácil, a estudiar todos los problemas para cuando se nos presenten sepamos resolverlos sin dificultad. Los campos que siempre se han dedicado a resolver, mediante ideas felices los problemas, se mueren.
Pero, ¿dónde queda el arte?, ¿dónde están los seres proactivos?, si, desde luego que los practivos están desarrollando esas fórmulas para que los demás sean cada vez más reactivos. ¿Dónde queda esa chispa para que cada uno resuelva sus problemas sin copiar al de al lado?
Se muere el arte, y no me refiero al arte de la pintura, la escultura, el cine... sino al arte cotidiano, al diario, al que hace distintas a cada personas. Vamos camino de convertirnos en máquinas, en seres idénticos, quizá ese sea el riesgo de evolucionar (no olvidemos que evolucionar conlleva involucionar). Igual algún día hasta el propio arte desaparecerá y serán los ordenadores o las máquinas las que pinten un cuadro o hagan una foto, hasta a día de hoy seguro que ya hay una fórmula que diseñe la belleza.
Que inútil pero que bonita es la ignorancia.